viernes, 6 de julio de 2012

Introducción: Mary Jane

El eco es agradable. De momento, me siento sola en un universo gigante e inabarcable, el de la red. Aunque la finalidad de escribir un blog es entre otras, ser leído, esta sensación de intimidad me gusta.
Esperando que más tarde o más temprano llegue quien lea los mensajes embotellados del siglo XXI que lanzo desde mi isla, aún doy los primeros y tímidos pasos.

Realmente no sé muy bien qué me lleva a lanzar mis palabras y pensamientos al torbellino de las teclas... aunque llevo tiempo siguiendo de forma anónima y comentando esporádicamente algunos blogs, no encontraba tiempo, ganas ni inspiración para volver a depurar toxinas en forma de letras. Ayer, me sentí desbordada por la situación que se dio entre mi hermana y yo, tanto, que las palabras ejercieron después de tanto tiempo su función de pequeño riñón mental.

Mi hermana, tiene catorce años. Por suerte o por desgracia, tenemos una relación bastante estrecha. El tener que tomar decisiones y "educar" (ni que fuera un perro, la pobre...) a una personita cuando tú aún no sabes ni qué decisiones tomar acerca de ti mismo  a veces se hace complicado.

MaryJane, así es como suelo llamarla. Cuando era pequeña le encantaba jugar con muñequitos de plástico e inventarse historietas con ellos. ¡Parecía que su imaginación era infinita! Pero un personaje no cambiaba: la heroína, siempre se llamaba Mary Jane. Por eso, porque es la heroína de su propia historia, merece que le de ese nombre, ¿verdad?.

Supongo que es por esta responsabilidad sobre ella por lo que me gusta seguir blogs de madres, porque aunque yo no tenga hijos todavía me siento identificada con algunas de las cosas que exponen: dudas, situaciones de desesperación, de risas incontenibles, de orgullo infinito y sobre todo; ese miedo visceral, irracional y profundo a que algo malo le pase a tu personita pequeña.

Que una de las primeras entradas del blog esté dedicada a ella no es casualidad. A veces el miedo y las ganas de "hacer el guaraná" y salir corriendo del escenario de mi vida me superan, pero ella es y ha sido muchísimas veces el gran motivo para seguir adelante. Mi hermana, la de los ojillos de aceitunita. Mary Jane, a la que nunca le podré demostrar todo lo que significa para mí, lo importante que es en mi vida.


¡no me digas que no es una forma original de huir de una situación que te supera! jajaja

*Por cierto, lo de Mary Jane es por la protagonista de spiderman, creo!

La primera (bueno, segunda) cena

Es casi la una y me pican los ojos. Los gritos de la vecina me acompañan como siempre, a través de las ventanas abiertas.
Entre la hipertensión portal y la ascitis se cuelan preguntan y sentimientos encontrados. Te oigo llorar bajito en la habitación de al lado y casi puedo sentir el odio que ahora me profesas clavándose en mi piel a través de las paredes. Mientras, el soniquete del what`s app zumba histérico, como la avispa atrapada en una campana de cristal.
Me empantano en la duda. ¿Lo estoy haciendo bien?
Sabes que siempre te digo que quites el sonido del móvil, que desconcentra muchísimo, pero hoy no voy a pedírtelo.

A........ (uno de mis profesores) me mira sentado en el borde de la taza de café que corona la montaña de vasos del escritorio. "Doctor, no me martirice, ya sé que debería estar estudiando, ya sé que tengo un día para estudiar medio curso de apuntes".

Casi preferiría que montases una escena: gritos, portazos, palabrotas. Así tendría una justificación, un "por qué" claro para decirte no. Sin embargo, aún te veo retirándome la mirada, espirando con rabia y apretando los puños mientras las narinas se te dilatan y las primeras lágrimas surcan tu carita quemada por el sol de julio.
He intentado explicártelo, pero no lo entiendes. Lo entiendo. Ni yo misma encuentro un motivo rotundo y aplastante para que no vayas a esa cena. El corazón se me encogía mientras me explicabas cómo tus amigos te pagarían la mitad y tú solo tendrías que poner unos euros... y es que a veces (las más), me explico tan rematadamente mal.
No es el precio de una cena en un buffet libre asiático de franquicia lo que motiva mi no. Doce, quince, veinte euros no nos harán millonarios. Tus ojitos esperanzados, convencidos de haber encontrado la solución; parece que aún me miran.

Te oigo caminar por el pasillo, hacia el baño. Lávate la cara, no dejes que se te hinchen los ojos de llorar por mi culpa, sumérgete en agua fría y deja que se reinicie el sistema. La abuela se va a acostar. Sus pies, que se arrastran por el suelo con la cadencia del reloj del universo me avisan de que se acerca. Salgo como siempre, a darle un beso [no vaya a ser...].
Entro de nuevo a tu habitación, de la que hace nada salí frustrada. Sigues a oscuras, tumbada trasteando con el móvil ya silencioso. Su pequeña luz ilumina en tono azulado tus ojos de aceitunita, esos que no desvías de la pantalla para mirarme, aunque me he sentado a tu lado en la cama.

Sé que nada de lo que pueda decir en este momento hará que cambie tu actitud, excepto un cambio en mi decisión. Te observo y siento el impulso de hacerte una foto: en tus manos un móvil 3G del que no te despegas, casi un nuevo apéndice; entre los brazos un osito de peluche.

Más que cualquier explicación cansina que pudiera darte, esta imagen resume el por qué del no de esta noche:

  • Porque tienes catorce años, y yo aún recuerdo mi 2º de la ESO.
  • Porque cuando hace dos semanas me pediste permiso para ir a tu primera cena con amigos por el fin de curso ya me pareció demasiado prematuro, pero te dejé ir.
  • Porque creo que uno debe aprender a ponderar y decidir cuando un evento merece la pena y cuando se debe reservar tiempo, "autorización" y dinero para otra ocasión; porque no siempre puede ser todo.
  • Porque, sinceramente, tu amiga "Ombligodelmundo", no me gusta.
  • Porque, aunque no es mucho dinero, creo que es importante saber gestionarlo y entender su valor como algo que ha costado trabajo conseguir.
  • Porque te veo tan mayor, pero tan pequeña al mismo tiempo.
  • Porque me da miedo que quemes demasiado pronto a tu paso los puentes que llevan a la ilusión por el futuro.
  • Porque aunque sé que no debería comparar cómo he vivido yo con cómo vives tú la adolescencia, a veces no puedo evitarlo.
  • Porque si en un par de años salir a cenar con los amigos es algo tan normal que carece de la excitación de lo extraordinario y lo especial, no sé que vas a hacer con veinte.
  • Porque aunque sé que te mueres por crecer y vivir, por absorber a través de cada poro las experiencias que te esperan... Solo intento que dediques un segundo a interiorizar que la vida no te está esperando detrás de ninguna puerta; la vida es cada minuto, es el tornado que te envuelve en este mismo instante.
Ojalá pudiera proyectar lo que pienso como si de una película se tratase. Quizás así no me mirarías como si procediera de algún planeta lejano cuando intento explicarte todo esto.

(Sé que te gusta esta canción...)


Querida vocecilla sarcástica y ácida, vete a freír espárragos. Si me estoy equivocando ya lo pagaré, si todo esto solo sirve para que me odie unos días y sus amigas le consideren una pringada (y a mi una plasta) ya me daré cuenta; pero ahora déjame estudiar (por favor...)